En nuestro país y a lo largo del siglo pasado se ha producido un gran avance en cuanto a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Los cambios se han manifestado en forma de leyes, comportamientos, de acciones concretas dirigidas a suprimir los obstáculos para la obtención de esta igualdad efectiva de derechos.
Es de justicia reconocer el papel fundamental que han tenido las feministas que, con su esfuerzo, han conseguido el cuestionamiento de costumbres profundamente arraigadas que conducen a un encorsetamiento de movimientos y a la falta de libertad de las mujeres, junto con las sufragistas que obtuvieron algo tan básico para el ser humano como tener voz y ser consideradas ciudadanas.
Observamos, sin embargo que, para que las leyes se apliquen adecuadamente, es necesario un cambio en las mentalidades de las personas que ostentan la dirección de las organizaciones y en las de las propias mujeres.
Las mujeres llevamos años luchando para que se nos reconozcan nuestros derechos y en esta dirección hemos creído que para conseguirlo debíamos igualarnos al hombre; en esta lucha por la igualdad se han confundido y se han intentado borrar aspectos inherentes y valiosos del Arquetipo Femenino.
Esta asociación aboga por una teoría de la igualdad que permita la diversidad y por una teoría de la diferencia que no condicione nuestra historia personal.
Sabemos que sólo permitiéndonos ser desde nosotras mismas, podremos evitar sentirnos amenazadas por el hombre, desarrollando una forma de ser mujer que no lo excluya ni culpabilice.
Queremos esforzarnos por favorecer relaciones de escuchas, de cooperación antes que de rivalidad. Permitirnos ver al otro-a como a un ser humano con el que podemos establecer relaciones de intercambio de experiencias, concediéndonos valor mutuamente, haciendo nuestra palabra sensible y asumiendo compromisos que posibiliten el desarrollo armónico de cada ser humano.